Nuevas supersticiones, los vicios de siempre

Las supersticiones no van conmigo, aun así después de ver cómo ha ido el 2007 preferí comenzar el nuevo año como nunca antes lo había hecho. A mis 22 años decidí por primera vez cumplir los deseos de mi madre y mi abuela: Realizar todo tipo de rituales. Con tal de iniciar bien el 2008 y comenzar a olvidar el 2007, fui a por ello. Antes de cenar, me vestí con mis calzones rojos y me puse un billete de 20 euros en la plantilla del zapato derecho. Ya en la cena, regalé a mis 20 familiares una bolsita de frijoles. Para cenar, obligué a mi tía a preparar unas buenas lentejas. La medianoche cada vez era más próxima y las uvas ya estaban preparadas. Sonaron las 12 campanadas y logré comer sin atragantarme y con el suficiente tiempo como para tragármelas todas y desear feliz 2008. Dos besos por mejilla y brindis con cava con un detalle de oro inmerso en la copa. ¡Bravo por mí! Lo conseguí. Sin embargo, a pesar de realizar toda la parafernalia supersticiosa va el Barça y empata en casa contra el Alcoyano…¡todo sigue igual! Así que llegué a una conclusión: para cambiar no puedo depender de factores externos, el cambio debe ser interior. Como por ejemplo, la actitud!